El poder transformador del ejercicio: Salud mental y física. En vísperas del Día Internacional de la Salud, el experto Patricio Arroyo, líder del Diplomado en Reintegro Deportivo de la Universidad San Sebastián, destaca la trascendencia del ejercicio físico para nuestra salud general. Desde la prevención de enfermedades hasta el bienestar emocional, el ejercicio regular emerge como un pilar fundamental para una vida plena.
Fortalecimiento físico, bienestar mental
El ejercicio se consolida como la primera línea de defensa contra enfermedades derivadas de la inactividad. Su impacto va más allá de la salud física, extendiéndose al ámbito emocional y cognitivo. Desde la reducción del riesgo de enfermedades crónicas hasta la mejora del estado de ánimo y la función cerebral, sus beneficios son innegables.
La evidencia científica respalda sus efectos positivos
Investigaciones como las de Balir en 2009 y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. en 2018, junto con iniciativas como «Exercise is Medicine Global Health Initiative» avalan los beneficios del ejercicio para la salud. La liberación de endorfinas, su papel en la prevención de trastornos del estado de ánimo y su capacidad para fortalecer el corazón son solo algunas de las pruebas de su impacto.
Recomendaciones para una vida activa y saludable
En el Día Internacional de la Salud, se insta a todos a adoptar un estilo de vida activo. Desde ejercicios cardiovasculares hasta actividades de fortalecimiento muscular, cada pequeño esfuerzo contribuye a mejorar nuestra salud y bienestar. Incorporar movimiento en la rutina diaria es clave, así como fomentar la actividad física desde la infancia.
Recomendaciones prácticas para integrar el ejercicio en la vida diaria
- Ejercicios cardiovasculares moderados a intensos: Apuntar a al menos 300 minutos semanales de actividad aeróbica moderada o 150 minutos de actividad vigorosa, como caminar rápido, correr, nadar o andar en bicicleta.
- Ejercicio para la fuerza muscular: Incluir rutinas de fortalecimiento muscular en días alternos, como levantamiento de pesas o yoga.
- Incorporar movimiento en la rutina diaria: Optar por alternativas activas, como subir escaleras o estirarse durante los descansos laborales.
- Actividad física para niños y adolescentes: Promover al menos 150 minutos diarios de actividad física diversa.
- Reducir el tiempo de inactividad: Limitar actividades sedentarias, especialmente en niños y adolescentes, fomentando un estilo de vida activo desde temprana edad.